El reflejo de succión es innato en los bebés, además de vital. Gracias a su necesidad de succionar puede alimentarse durante sus primeros días y también le tranquiliza y le da seguridad.
Sin embargo, la succión está programada para ejercer sólo durante un periodo de tiempo determinado y luego extinguirse progresivamente a medida que aparecen los dientes de leche y el niño adquiere un patrón de alimentación masticador y deja atrás un patrón succionador.
Las secuelas de los hábitos de succión prolongada se relacionan con maloclusiones, especialmente con la boca abierta permanente, y mordida invertida..
La primera es la más común y tiende a mejorarse al suspender el uso del chupete, siendo la última más grave y permanente y requiere de la intervención del odontopediatra. para ofrecer a la familia la información necesaria acerca de las consecuencias del hábito y para determinar la necesidad de tratamiento a seguir.
También en los niños que prolongan el uso del chupete se observa mayor número de caries en su boca, ya que al comer, el chupete está en contacto con restos alimenticios y bebidas azucaradas.
Con relación al uso del chupete merece la pena saber que:
- Nunca se debe mojar el chupete en miel u otro líquido azucarado.
- Si el bebé utiliza el chupete para dormir, retírarlo de su boca con suavidad una vez esté dormido, luego cerrar sus labios.
- Tanto la tetina como el resto del material del chupete deben ser blandos y flexibles para no causar irritaciones en la mucosa bucal del pequeño.
- La tetina debe garantizar la menor incidencia posible en el paladar y provocar la menor abertura posible de la boca, por lo que su tamaño no deberá exceder los 3 cm.